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Tras dos años de guerra, ¿les ha fallado Sudán a sus revolucionarias?

Tres mujeres reunidas a la sombra de edificios llenos de huecos de disparos
Jartum ha sido testigo de algunos de los combates más intensos de las últimas semanas en Sudán, ya que la guerra de dos años del país muestra pocos signos de ceder © UNFPA Sudán
  • 16 de abril de 2025

SUDÁN – “Tenía miedo de volver a ver mi vecindario después de dos años de desplazamiento”, admitió Sulaima, de 32 años, que regresó a Jartum a finales de marzo. “Había cuerpos por todas partes. Vi el cuerpo de un niño frente a mi casa”.

La brutal guerra civil de dos años muestra pocos signos de ceder en medio de ataques de Sudán. Millones de personas luchan contra la inseguridad, la violencia sexual, el hambre y la aguda pobreza, y para las mujeres y las niñas del país, las consecuencias han sido catastróficas.

La “revolución de las mujeres” de 2019 había traído la esperanza de que se pudieran anular los antiguos abusos contra los derechos de las mujeres y las niñas (desde los restrictivos códigos de comportamiento y vestimenta hasta la amenaza de la esclavitud sexual utilizada para aterrorizar y silenciar a las disidentes). “Thawra” (revolución) se convirtió en el grito de guerra de miles de kandakas: las activistas femeninas inspiradas por la valentía de la estudiante de 22 años Alaa Salah, y nombradas así en nombre de las antiguas reinas nubias debido a su empoderamiento y fuerza. A pesar de los peligros, las mujeres constituían la mayoría de los manifestantes.

Sin embargo, a medida que vuelven a proliferar horribles informes sobre violaciones y agresiones sexuales contra mujeres y niñas, ¿será que ellas han sido abandonadas?

Una guerra contra la autonomía corporal

La violencia sexual, generalizada y horrible, está destrozando comunidades y dejando profundas cicatrices que probablemente tomen generaciones para sanar. En 2024 se registró un aumento asombroso del 288 % en la demanda de servicios de respuesta a la violencia de género, y más de 12 millones de personas temían estar en riesgo.

La sombra de una niña levanta la mano contra una pared azul
Se calcula que más de 12 millones de personas corren riesgo de sufrir violencia de género en el Sudán. © UNFPA Sudán 

“Entraron y me apuntaron con un arma”, relató Aisha*, de solo 17 años. “Me dijeron que no gritara ni dijera nada, y empezaron a quitarme la ropa. Un soldado me apuntaba mientras el otro me violaba, y luego se turnaron”. 

Estas sombrías estadísticas revelan una arraigada discriminación de género que ha permitido una guerra contra los cuerpos y los derechos humanos de mujeres y niñas.

Incluso antes de la guerra, Sudán también tenía una de las tasas más altas del mundo de matrimonio infantil (más de una tercera parte de las niñas se casan antes de cumplir los 18 años) y de mutilación genital femenina, en que la mayoría de las niñas es sometida a la forma más grave. Es probable que los riesgos en ambos casos aumenten a medida que se vayan cerrando los servicios sociales y las familias enfrenten una pobreza cada vez mayor.

Un sector sanitario en ruinas

Alrededor del 80 % de los centros de salud de Sudán no funcionan plenamente: muchas personas se ven obligadas a caminar durante horas o incluso días para llegar al centro de salud más cercano, y hay mujeres que han dado a luz al borde de la carretera o en el suelo de las casas de extraños . Otras han muerto en busca de atención.

La ennegrecido fachada de un gran hospital de emergencia visible contra el cielo azul
Ennegrecida fachada del hospital Braga en Jartum. Alrededor del 80 % de los centros sanitarios de Sudán han sido destruidos, dañados o no funcionan plenamente, lo que ha dejado a millones de personas necesitadas de apoyo sanitario urgente. © UNFPA Sudán 

“Hui de mi aldea con mi vecina”, dijo Rokaya, de 19 años, en el estado de Sennar. “Ambas estamos embarazadas y caminamos cuatro días. Eventualmente, no pudo caminar más y tuve que dejarla atrás”. 

“Cuando llegué al campamento, estaba aterrorizada y agotada,” continuó Rokaya. “Una partera vino a mi tienda y me dio el cuidado que necesitaba. Más tarde fui trasladada a un hospital, donde di a luz a mi bebé. Todavía espero que mi vecina esté a salvo, no sé qué le pasó”. 

El UNFPA está proporcionando paneles solares al Hospital Sennar para seguir ofreciendo energía a los equipos vitales incluso durante los apagones, y así apoyar a las parteras para garantizar la atención obstétrica y neonatal de emergencia. Siempre que sea posible, el organismo proporciona suministros de salud a centros de todo Sudán y despliega parteras y personal médico en zonas en las que es imposible acceder a esos servicios.

Los horrores del hambre

Se ha confirmado la hambruna en diez zonas, lo que pone en riesgo miles de vidas. En especial para las mujeres y las niñas, aventurarse a buscar alimentos es una actividad llena del peligro de ser agredidas, violadas, coaccionadas y traficadas.

Las tasas de malnutrición entre las embarazadas son alarmantemente altas, lo que conduce a un sistema inmunitario debilitado y a un mayor riesgo de infecciones, complicaciones del embarazo y muertes maternas y neonatales. Los bebés nacidos de madres desnutridas también tienen más probabilidades de tener un peso inferior al normal, lo que puede acarrear problemas de salud de por vida y un mayor riesgo de que mueran en la infancia.

Una partera con un pañuelo amarillo escucha el vientre de una mujer embarazada
Hawaa Ismael ha seguido prestando servicios como partera en el Centro de Salud de Kararai, apoyado por el UNFPA, durante toda la guerra. © UNFPA Sudán 

“¿Cómo garantizar la seguridad de mi hijo por nacer, de mis seis hijos y de mí misma?”, se pregunta Lubna, desplazada de Jartum. “¿Quién me ayudará en estas terribles circunstancias?” 

Desplazadas y en peligro

Casi 13 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares durante el conflicto, lo que convierte a Sudán en una de las mayores crisis de desplazamiento del mundo. Entre ellas hay unas 270.000 mujeres embarazadas que no tienen lugar seguro al que llamar su hogar o donde dar a luz, y se prevé que más de 90.000 den a luz en los próximos tres meses.

 Un gran espacio semicubierto lleno de personas, mantas, tiendas de campaña y pertenencias
En diciembre de 2024, cientos de miles de personas huyeron del estado de Al Jazirah hacia el estado vecino de Gedaref, refugiándose en campamentos improvisados. © UNFPA Sudán 

Deben hacerlo sin trabajadores de salud calificados, sin suministros limpios e incluso sin refugio. Por esos motivos, las complicaciones durante el embarazo y el parto y las tasas de mortalidad materna van en aumento. 

“Me preocupan el frío y no tener un lugar adecuado donde acostar a mi bebé”, se lamentó Sabreen Abdulrahman, madre de cuatro hijos, al hablar con el UNFPA. “No tenemos casa; dormimos en el suelo. Una clínica móvil me examinó y me realizó un ultrasonido. Me trataron amablemente”. 

Reiniciar sin nada

Las cicatrices de la guerra son visibles en todas partes: casas y hospitales saqueados y destruidos, calles cubiertas de escombros, barrios enteros sin electricidad ni agua corriente. Para aquellos que intentan regresar a casa desde otras zonas u otros países, la sensación de pérdida es abrumadora.  

“Hui de Al Jazirah y llegué a Gedaref con nada más que mi teléfono”, afirmó Sarah, de 23 años.  “Tuve que venderlo para poder comprar toallas sanitarias y algo de ropa”.

En Jartum, Sulaima pudo ver a un médico en una clínica apoyada por el UNFPA, a pesar de la destrucción que encontró a su regreso. “Mi casa está vacía, no queda nada”, dijo. “Pero me quedaré aquí. Ya no quiero vivir en un refugio”.

Una mujer en exteriores consulta con una integrantes de un equipo móvil de salud del UNFPA.
Una trabajadora de un equipo móvil de salud del UNFPA presta servicios de salud a mujeres y niños desplazados en Gedaref, en Sudán oriental. © UNFPA Sudán 

A lo largo de la guerra, el UNFPA ha seguido prestando servicios esenciales de salud y protección a mujeres y niñas, y las parteras, los trabajadores sanitarios y los equipos de divulgación han puesto sus vidas en peligro para atender a los más vulnerables.  

“Las parteras en Jartum estaban tomando grandes riesgos para llegar a las mujeres en sus hogares”, explicó Hawaa Ismael, una partera del Centro de Salud Kararai, apoyado por el UNFPA. “El movimiento era restringido, incluso para las y los trabajadores de la salud. Algunos días he traído al mundo hasta cuatro bebés. Ha sido agotador trabajar día y noche, pero es nuestro deber, y estoy orgullosa de lo que hemos logrado”. 

Abogar por la inclusión 

Desde abril de 2023, el UNFPA ha trabajado con organizaciones dirigidas por mujeres y asociados locales para cubrir las necesidades de más de 750.000 personas, incluso mediante 64 espacios seguros para sobrevivientes de violencia de género y 71 equipos móviles de salud.

En 2025 el UNFPA pide 119,6 millones de dólares para su respuesta humanitaria en Sudán, pero los graves recortes de financiación significan que unas 475.000 mujeres corren el riesgo de no poder acceder a servicios esenciales de salud sexual y reproductiva.

“Lo que necesitamos con urgencia es acción, compromiso y financiación a nivel mundial”, aseguró la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem. “El mundo no debe dar la espalda a las mujeres y niñas de Sudán”.

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