No dejemos que se apague la luz sobre las mujeres y niñas en crisis
Las mujeres y las niñas que viven crisis humanitarias corren el riesgo de que se las pase por alto justo cuando son más vulnerables.
Desde la República Democrática del Congo hasta Haití, Sudán y otros lugares, la falta de financiación para la atención de la salud reproductiva o su tratamiento y la prevención de la violencia de género causa un inconmensurable sufrimiento a mujeres y niñas; millones de las cuales ya están experimentando los horrores de la guerra, el cambio climático y los desastres naturales.
A medida que las ayudas escasean cada vez más, las mujeres y las niñas se ven sumidas en la oscuridad cuando más lo necesitan.
La escasez de fondos en estas comunidades implica que no podemos contratar parteras para ayudar a las mujeres a dar a luz de forma segura. No podemos adquirir medicamentos o equipos vitales para apoyar partos seguros en las clínicas. No podemos desplegar equipos sanitarios móviles en los campamentos de desplazados donde las necesidades son más acuciantes. Y los espacios seguros para las sobrevivientes de violación se ven obligados a cerrar sus puertas.
Sin financiación para las mujeres y niñas en peligro, su realidad diaria es sombría y se les niegan sus opciones, oportunidades y futuro. No podemos aceptar un mundo en el que dar a luz de forma segura se deje al azar. Un mundo en el que el lugar donde vives determina si vives o no.
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